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Lester Espino también juegó futbol en Segunda División con el Salem. LAPRENSA/ARCHIVO

Lester Espino, de recoger botellas en la basura a bronce en Juegos Panamericanos

La vida de Espino es la historia muchas veces cíclica que produce el boxeo. Nació en Tipitapa en medio de la pobreza, su papá de Chontales y su mamá de Managua, trabajó desde pequeño en mercados, ferreterías, en la construcción...

Ahí está el muchacho de Tipitapa en el centro del ring. Es su primera pelea en Juegos Panamericanos. Está perdiendo, él lo sabe, el peleador de Trinidad y Tobago, Aaron Prince, lo tiene medido. Entra y sale constantemente. Léster Espino se ve desorientado. Curiosamente a Espino lo golpean pero no reciente los golpes: está hecho de acero, no tiene sensibilidad o la adrenalina del momento lo anestesia. Las tres explicaciones podrían ser las correctas, pero para alguien forjado a punta de latigazos en la vida, lo menos doloroso es un puño de un oponente.

“Perdí los dos primeros asaltos”, confiesa el peleador. Sin embargo, en el tercero desató su furia. Envió a la lona al rival y obligó conteo de protección y luego adujo una lesión en el pie. Había logrado lo impensable: girar el destino de la pelea y colgarse una medalla de bronce, la número cuatro en más de 50 años de historia de Nicaragua en Juegos Panamericanos en boxeo. “Solo pensé en todo el sacrificio que había hecho para llegar hasta aquí y saqué lo mejor de mí. Esta medalla se la dedico a Dios, a mi familia, a mis entrenadores y a Nicaragua”, señaló.

Ejemplo de superación

La vida de Espino es la historia muchas veces cíclica que produce el boxeo. Nació en Tipitapa en medio de la pobreza, su papá de Chontales y su mamá de Managua, trabajó desde pequeño en mercados, ferreterías, en la construcción y por un largo tiempo pasó en basureros buscando botellas de plásticos y latas para sobrevivir. No pudo culminar ni sus estudios de primaria, llegó hasta cuarto grado, pero su ilusión es estudiar inglés. Siempre le gustó el futbol, no pasaba por su mente dedicarse al boxeo. Sus cuatro hermanos jugaban al balompié y por ellos entró a ese deporte, en el cual logró ir escalando hasta jugar en Segunda División con el Salem de Tipitapa.

“Era un jugador con un buen patín (poderosa patada) recuerdo que como futbolista gané tres campeonatos y jugaba como delantero y mediocampista”, relató a través del celular de Darwin Rodríguez, quien es otro ejemplo de superación en el deporte y ayudó a concertar la entrevista.

Lester Espino. LAPRENSA/TOMADA DE FACEBOOK

Curiosamente, al romper con su pareja lo hizo entrar al boxeo. No era pleitista cuando niño y tampoco de joven, es más, asegura que siempre apartaba a sus amigos cuando los veía peleando. Con 25 años decidió aventurarse en el pugilismo, ganó los torneos nacionales como la Copa Alexis Argüello y el Selectivo Nacional, consiguió plata en los Juegos Centroamericanos y, ahora, plantó su nombre en la historia de los Panamericanos tres años después.

Asegura que debe trabajar en movimientos laterales y mayor movilidad de la cintura para pasar más golpes, pero mientras tanto, el muchacho que parece forjado de acero, salido del infierno por la dura vida que tuvo, rompió su oscuro porvenir para ser luz y ejemplo para su familia, especialmente para su hijo, quien lo ve como un héroe.

Deportes Lester Espino archivo

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