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Cristofer González mira a Paddy Barnes tirada en la lona. LAPRENSA/TOMADA DE INDEPENDENT IRELAND

¡Máquina de destrucción! Cristofer González noquea a Paddy Barnes

Todos quedamos con la boca abierta. Cristofer González lo volvió hacer, tirar sin miedo a quedarse sin galones de combustible, responder al tú por tú sin dar ni un solo paso atrás, ni un titubeo en su cometida de noquear al retador Paddy Barnes

Todos quedamos con la boca abierta. Cristofer González lo volvió hacer, tirar sin miedo a quedarse sin galones de combustible, responder al tú por tú sin dar ni un solo paso atrás, ni un titubeo en su cometida de noquear al retador Paddy Barnes. El Látigo fue un huracán sin control pegando arriba y abajo, cumpliendo su misión de defender su cetro de las 112 libras del Consejo Mundial de Boxeo con una derecha cargada de dinamita en el cuarto asalto, la cual explotó el estómago del norirlandés, girando como un cocodrilo en el agua pero esta vez sobre la lona del ring.

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Y es que el combate no estaba siendo para nada fácil. Hubo intercambios explosivos desde el primer asalto y la velocidad de Barnes propiciaba a salir mejor parado, pero González lo empujó a las cuerdas, o era en el centro del ring o en las cuerdas, pero nunca iba a retroceder, logrando cerrar con un recto que golpeó claramente el rostro del retador en el arranque del combate.

Qué frustración sentía Barnes cuando El Látigo lo llamaba a que no huyera e intercambiaran golpes, el local miraba como sus mejores flechas quedaban inservibles en la armadura de hierro del nicaragüense. Cristofer impuso su tamaño, batalló en corto a pesar de saber la ventaja del rival de brazos pequeños, y tomó el riesgo necesario porque su meta era el nocaut, y así como los ciclones que nadie los puede dirigir González caminó asalto por asalto.

En el tercero el rostro de Barnes estaba un poco rojizo. González decidió cambiar de guardia y pasó a la zurda, Barnes se desorientó un poco y recibió la derecha marcando así el inicio de la penúltima función. Barnes tiraba y se quedaba en el centro, el orgullo le intuía que debía morir como un guerrero: en la batalla. En ese tercer asalto los golpes de Paddy entraron constantemente al Látigo, pero ni la izquierda en gancho que tiene un veneno mortal lanzada al hígado menguaba el empujo del pinolero.

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González empezó el cuarto salto buscando a Barnes, lo golpeó al cuerpo como en asaltos anteriores y mientras Paddy soltaba su derecha, El Látigo miró un hueco en el centro del estómago, ni siquiera fue en la zona hepática, sin embargo el golpe llevaba tanta potencia que Barnes no solo cayó, sino que gritaba de dolor, retorciéndose como un cocodrilo, pero no era el salvaje reptil, sino la presa condenada a la derrota entre los dientes de Cristofer González, la nueva sensación de las categorías pequeñas.

Deportes Cristofer González archivo

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