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Edwin Castro

El diputado Edwin Castro, quien era profesor horario de Derecho en la UCA, ya no seguirá como docente universitario. LAPRENSA/ ARCHIVO.

Edwin Castro, el diputado orteguista que instauró la reelección indefinida

En su calidad de jefe de la bancada del Frente Sandinista, el diputado Castro ha sido promotor de las reformas constitucionales de 2013 y 2014

El caso del abogado y diputado orteguista Edwin Castro fue por mucho tiempo uno de los mayores contrasentidos en la política de este país. Como docente universitario, Edwin Castro daba clases de Derecho Constitucional, explicando a sus alumnos cómo debería funcionar un adecuado equilibrio de poderes para el sano funcionamiento de una sociedad democrática.

Sin embargo, como diputado, Castro siempre apoyó y defendió las iniciativas políticas del presidente designado Daniel Ortega que atentaban contra la Constitución de Nicaragua, como el hecho de reelegirse como presidente, atentar contra la libertad de expresión, obviar la independencia de poderes del Estado y votar por proyectos que anularon la soberanía nacional, como fue la Ley 840 del canal interoceánico.


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El padre de Edwin Castro, del mismo nombre, fue enjuiciado en 1956 por participar en el atentado contra el dictador Anastasio Somoza García, el 21 de septiembre de ese año, el cual fue perpetrado por Rigoberto López Pérez. Castro fue condenado a prisión, pero el 18 de mayo de 1960 fue asesinado por la Guardia Nacional, en la cárcel de La Aviación. Cuando su padre murió, Castro tenía 3 años, su hermana mayor María Consuelo, 6 y su segunda hermana Ruth María, 4. Castro nació el 5 de enero de 1957, en León, cuando su padre ya estaba encarcelado. En una entrevista que le hizo Mónica Baltodano, para su libro Memorias de la lucha sandinista, Castro confiesa que una de las cosas más difíciles para él fue leer el poema que le dedicó su padre desde la cárcel y que inicia así: “Mañana, hijo mío, todo será distinto. Se marchará la angustia por la puerta del fondo que han de cerrar, por siempre, las manos de hombres nuevos. Reirá el campesino sobre la tierra suya…”, cita un perfil sobre el diputado Castro escrito por el periodista Eduardo Cruz.

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En su calidad de jefe de la bancada del Frente Sandinista, el diputado Castro ha sido promotor de las reformas constitucionales de 2013 y 2014, con las que se estableció la reelección indefinida, que benefició a Ortega, que antes tenía una prohibición expresa en el artículo 147 de la Constitución Política. Fue de esta forma que Ortega, en el poder desde enero de 2007, se reeligió nuevamente en 2016, esta vez con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta, lo que para sus críticos significó la instauración de una nueva dinastía familiar el país, tal y como la de Somoza García, la misma contra la cual su padre había luchado, a costa de su propia vida.

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El diputado Castro es un hombre leal a la pareja presidencial, parco y con fama de malcriado con sus colegas parlamentarios. El regaño público que él junto al presidente del parlamento, Gustavo Porras, le dieron a la diputada costeña Loria Dixon reflejó de manera abierta el esquema de funcionamiento de la bancada orteguista. Castro, como jefe de bancada, es el encargado de garantizar que los temas de interés en el Gobierno se pongan en agenda y que todos los diputados de la bancada sandinista voten a favor. Cualquier diputado que se oponga podría terminar como los exdiputados Agustín Jarquín Anaya o Xochilt Ocampo, que fueron removidos ilegalmente de sus curules.

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Siempre vocifera molesto cuando los periodistas le cuestionan sobre alguna polémica del Gobierno, pero tiene fama de ser alguien que prefiere evitar las discusiones o interpelaciones. En la crisis provocada por el incendio en la Reserva Natural Indio Maíz, en un acto oficialista, llamó “ladrones” a los ambientalistas que criticaban el lento actuar del Gobierno ante la emergencia. Jóvenes universitarios fueron a interpelarlo al aula de clases por sus señalamientos y el diputado, en vez de discutir con los estudiantes, se escondió en el salón y luego ordenó a la seguridad del recinto que expulsara a los estudiantes. En una marcha en León a favor del Gobierno, mientras un reportero del semanario Confidencial lo quería entrevistar, el diputado le respondió a gritos: “¡Queremos la paz!”.

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El protagonismo de Castro fue opacado por el ascenso como presidente de la Asamblea Nacional de Gustavo Porras, un incondicional de Rosario Murillo, convirtiéndose en un simple voto fiel para el orteguismo. Fue reactivado políticamente para formar parte de la comisión de Gobierno que participaría en el diálogo nacional. Su rol en las pláticas, junto al del canciller Denis Moncada Colindres, fue entorpecer el diálogo con el tema de los tranques y señalar que la agenda para los cambios políticos en el país planteada por los obispos de Nicaragua era una “ruta para un golpe de Estado”. Y es que si algo sabe hacer el diputado Castro es apegarse al guion, aunque este contravenga los principios del derecho constitucional.

Política diputado Edwin Castro Orteguismo reelección archivo

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