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Robin Zamora y su oponente Lester Lara en el primer cara a cara. LA PRENSA/URIEL MOLINA

Robin Zamora: la nueva tarea de orfebrería de Rigoberto Garibaldi

El muchacho de 19 años todavía no ha demostrado nada, pero hay muchas esperanzas de su proyección a nivel casero y por ende al salto internacional

Robin Zamora es de esos boxeadores con un récord que se confunde, como un espejismo de la realidad. A simple vista no dice mucho, 10 victorias y cuatro derrotas. El muchacho de 19 años todavía no ha demostrado nada, pero hay muchas esperanzas de su proyección a nivel casero y por ende al salto internacional. Con cinco peleas ya se enfrentaba a Alexander Espinoza, perdiendo en una decisión dividida, con ocho combates partía hacia Inglaterra para medirse a Gavin McDonnel y hacerle un combate complicado, a pesar de la derrota dejó muestras de lo que puede llegar a ser.

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“Esas dos peleas me las robaron. Lo digo claro. Primero contra Alexander yo lo corté y lo puse mal, y ante McDonnel lo derribe dos veces y le dejé la cara inflamada”, explica Zamora. El entrenador panameño Rigoberto Garibaldi y su manejador, Marcelo Sánchez, creen mucho en sus facultades. “Me gusta Robin, después de la pelea de este sábado me lo llevaré nuevamente a Panamá y me gustaría que tuviera unas cinco peleas para ir puliendo su boxeo hasta buscar un combate grande”, señaló el estratega.

“Quería ser médico”

Zamora posee doble nacionalidad. Su mamá es nicaragüense y su papá costarricense. Vivió en el país vecino hasta los 13 años, cuando decidió llegar a Nicaragua para dedicarse al boxeo. “En Costa Rica me estaba estancando”, explica muy ansioso por que sea el día de su pelea frente a Lester Lara por el título Fedelatin AMB.

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Robin en el cuadrilátero complica desde el principio por su guardia zurda, se sustenta en un boxeo ordenado, no tan flexible y de combinaciones cortas, recobró un poco de nombre en Nicaragua con su victoria el año pasado ante José “el Danto” Pérez por una decisión unánime.

“Yo quería ser médico, pero me decanté por el boxeo. Recuerdo que una vez unos amigos me golpearon mucho y mi hermana me dijo que me metiera a una escuela en Costa Rica. Así empezó mi travesía. Gané muchos trofeos y tenía grandes proyecciones”, recuerda un nostálgico Zamora. “Con dos días entrenando a los siete años me miraban mejor que los demás niños”, dice Robin, quien hasta el momento no ha mostrado la flecha de un boxeador maduro y evolucionado. Ojalá lo haga pronto.

Deportes Rigoberto Garibaldi Robin Zamora archivo

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