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Gustavo Herrera y Román González durante el arduo entrenamiento de ayer en el Gimnasio Róger Deshon. LAPRENSA/URIEL MOLINA

¡Nuevo aprendizaje! Román González inicia la operación contragolpe

Es martes al mediodía, Gustavo Herrera y Alfredo Corrales se preparan paran las lecciones. Año nuevo, cursos diferentes en el adiestramiento de Chocolatito de cara a la reconquista. Román suda y suda. Su camisa está como si estuviese recién lavada.

Es martes al mediodía, Gustavo Herrera y Alfredo Corrales se preparan paran las lecciones. Año nuevo, cursos diferentes en el adiestramiento de Chocolatito de cara a la reconquista. Román suda y suda. Su camisa está como si estuviese recién lavada. No obstante, se observa un tipo de entrenamiento diferente, nada rutinario, nada tradicional. Román arruga la cara porque está agotado, pero Herrera y Corrales no dejan de gritarle: “Falta una, falta una. ¡Vamos Román!”.

Y es que Román va hacia atrás. Se está protegiendo mientras su preparador físico Corrales lo ataca con láminas de algodón. Se repite esa misma lección una y otra vez, se aumenta la velocidad y la intensidad. Ahora es Gustavo quien toma el mando, pero González marcha en retroceso y comienza a tirar golpes y a esquivar. “Ya Román no se puede dar el lujo de ir solamente hacia adelante”, explica Herrera.

Habrá que olvidar un poco al Chocolatito que ataca constantemente, ese lujo ya no se puede dar en 115 libras. Ya empezó la operación del contragolpe. “La pelea con Carlos Cuadras y las dos contra Rungvisai demuestran que hay otro tipo de pegada y Román no puede seguir igual”, explica el adiestrador. “Siempre habíamos visto a Román como cazador y lo hace a la perfección, ya no hay nada que enseñarle, pero tiene que estar preparado ahora cuando sea presa”, explica un Herrera motivado.

La segunda parte

El papá de Chocolatito le da un poco de agua. Han pasado 30 segundos y nuevamente su preparador físico le dice que deben continuar. Llegó el turno de usar la llanta, pero nada de golpearla con mazo, sino que Román tiene unas bolsas con pesos, parecen hechas artesanalmente. “La idea con eso es que consiga fortaleza en sus brazos”, confiesa Corrales.

Luego es el turno para las piernas. “Para implementar lo que queremos se necesitará mucha resistencia en las piernas”, señala Corrales. Ahí se ve a González con una cara de agonía, pero la cambia rápidamente por la de una sonrisa, como si le comentara internamente: “me están matando”, pero el prefiere callar, obedecer y reír.

Chocolatito sufre, vuelve a arrugar la cara, andar en 135 libras le está pasando factura. En el gimnasio no se está pesando, dice que no es por miedo, sino que en su casa tiene una pesa que está calibrada con las de los organismos internacionales.

Culmina la sesión después de dos horas de haber iniciado. Román luce contento, pone en duda su viaje a Japón, dice que ya llenó el formulario de la visa de EE.UU. y que espera con ansias una llamada de Akihiko Honda sobre su siguiente presentación: “que ojalá sea el 5 de mayo junto al Canelo y Golovkin”

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